Suicidio

 Suicidio

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A Moisés le parecía que no tenía ningún sentido seguir viviendo. Su vida había sido muy dura desde la muerte de su madre. Su padre tenía dos trabajos y parecía agotado y enfadado la mayor parte del tiempo. Cuando Moisés hablaba con él, los dos solían acabar a gritos.

Moisés se acababa de enterar de que había suspendido el examen de matemáticas, y temía el enfada y la decepción de su padre al recibir la noticia. Antes solía hablar sobre sus problemas con su novia —la única persona que parecía entenderle. Pero habían cortado la semana pasada, y ahora Moisés sentía que no tenía nadie a quien acudir.

Moisés sabía donde guardaba su padre las armas de fuego. Pero, cuando estaba cogiendo un arma tras abrir la puerta del armario, que estaba cerrada con llave, oyó a su hermana pequeña que acababa de llegar del colegio. No quería que fuera Sheila quien lo encontrara, de modo que dejó el arma en su sitio y se fue a ver la televisión con su hermana. Más tarde, cuando se dio cuenta de lo cerca que había estado de quitarse la vida, Moisés se horrorizó. Sacó fuerzas de flaqueza y reunió la valentía que necesitaba para hablar con su padre. Tras una larga conversación, Moisés se dio cuenta de lo mucho que le importaba a su padre. Lo único en lo que podía pensar era en que había estado a punto de tirarlo todo por la borda.

¿Por qué los adolescentes intentan quitarse la vida?

La mayoría de adolescentes entrevistados tras un intento de suicidio dicen que lo hicieron porque estaban intentando escapar de una situación que se sentían incapaces de afrontar o les parecía imposible de superar, o porque deseaban acabar de una vez por todas con los insoportables pensamientos y sentimientos que tanto les atormentaban. Al igual que Moisés, no querían morir tanto como escapar de la situación que estaban atravesando. Y en aquel momento en concreto, la muerte les pareció la única vía de escape posible.

Algunas personas que ponen fin a sus vidas o intentan suicidarse pretenden escapar de sentimientos de rechazo, dolor o pérdida. Otros están enfadados, avergonzados o se sienten culpables por algo. A algunos les preocupa decepcionar a sus amigos o familiares. Y otros se sienten no queridos, inatractivos, maltratados o que son una carga para los demás.

A todos «nos superan» la emociones o situaciones difíciles de vez en cuando. Pero la mayoría de personas lo acaban superando y son capaces de ver los problemas en perspectiva y de encontrar el modo de seguir adelante con esperanza y determinación. Entonces, ¿por qué determinadas personas intentan suicidarse y otras personas que se encuentran en una situación igual de difícil no lo hacen? ¿Qué es lo que hace que determinadas personas sean más flexibles y resistentes (más capaces de afrontar los reveses y dificultades que les plantea la vida) que otras? ¿Qué es lo que determina que una persona no sea capaz de ver otra salida a una situación difícil aparte de poner fin a su vida? La respuesta a estas preguntas radica en el hecho de que la mayoría de personas que se suicidan o intentan suicidarse están deprimidas.

Depresión

La depresión hace que la gente se focalice mayoritariamente en los fracasos y decepciones, enfatice la cara negativa de las situaciones e infravalore sus propias capacidades y su valía personal. Una persona con una fuerte depresión es incapaz de percibir la posibilidad de que las cosas puedan salirle bien y está convencida de que nunca volverá a ser feliz o que las cosas no se arreglaran nunca.

La depresión afecta a los pensamientos de una persona de tal modo que la persona es incapaz de ver la forma o formas de superar sus problemas. Es como si la depresión pusiera un filtro en el pensamiento de la persona deprimida que distorsiona las cosas. Por eso las personas deprimidas no se dan cuenta de que el suicido es una «solución» permanente a un problema temporal del mismo modo que se dan cuenta las personas no deprimidas. Un adolescente deprimido puede sentir que no hay ninguna otra forma de escapar de sus problemas, de aliviarse el dolor emocional o de comunicar su desesperación y su profunda infelicidad.

A veces, las personas que se plantean el suicidio ni siquiera son conscientes de que están deprimidas. No se dan cuenta de que es la depresión —no la situación— lo que les está haciendo ver las cosas como si «no hubiera salida», «no pudieran mejorar» o «no hubiera nada que hacer».

Cuando remite la depresión porque la persona recibe la terapia o tratamiento adecuados, desaparece el pensamiento distorsionado. La persona recupera la capacidad de experimentar placer, la energía y la esperanza. Pero, cuando una persona está profundamente deprimida, la ideación suicida es una preocupación real.

Las personas que padecen un trastorno mental denominado «trastorno bipolar» también están en situación de riesgo de suicidio debido a que su trastorno puede hacer que pasen épocas en que están extremadamente deprimidos y épocas en que están anormalmente eufóricos y repletos de energía (lo que se denomina «manía»). Ambas fases extremas del trastorno bipolar distorsionan el estado de ánimo de la persona, así como su visión de las cosas y su capacidad de juicio. Para las personas que sufren este trastorno, puede ser todo un reto ver los problemas en perspectiva y actuar con sensatez.

Abuso de sustancias

Los adolescentes que tienen problemas con el alcohol y con las drogas también corren más riesgo de tener ideas y comportamientos suicidas. El alcohol y algunas otras drogas tienen efectos depresivos sobre el cerebro. El mal uso de estas sustancias puede desencadenar una depresión grave. Esto es especialmente cierto para algunos adolescentes que ya eran proclives a la depresión por su biología, antecedentes familiares u otros factores estresantes.

El problema se puede agravar porque muchas personas deprimidas se refugian en las drogas y el alcohol, sustancias que utilizan como vía de escape. Pero no son conscientes de que los efectos depresivos que las drogas y el alcohol tienen sobre el cerebro, de hecho, pueden exacerbarles la depresión a largo plazo.

Aparte de tener efectos depresivos, las drogas y el alcohol alteran la capacidad de raciocinio de la persona. Interfieren con su capacidad de valorar los riesgos, hacer buenas elecciones y pensar en soluciones sensatas a los problemas reales. Muchos intentos de suicidio ocurren bajo los efectos de las drogas o el alcohol.

Por descontado, esto no implica que cualquier persona que esté deprimida o tenga problemas con las drogas o el alcohol intentará quitarse la vida. Pero estos trastornos —sobre todo cuando se dan conjuntamente— aumentan el riesgo de suicidio.

El suicidio no siempre se planifica

A veces las personas deprimidas planean el suicidio con antelación. De todos modos, muchas veces los intentos de suicidio ocurren de forma impulsiva, en un momento de profunda desesperación. Situaciones como la ruptura de una relación sentimental, una fuerte pelea con un padre, un embarazo no deseado, ser rechazado o hecho de lado por otra persona o ser objeto de malos tratos pueden hacer que uno se sienta profundamente alterado y desesperado. A menudo, una situación como estas, añadida a una depresión preexistente, es la gota que acaba colmando el vaso.

Algunas personas que intentan suicidarse querían morir y otras no. Algunas utilizan el intento de suicidio como una forma de expresar un profundo dolor emocional. No son capaces de expresar cómo se sienten, de modo que intentar suicidarse les parece la única forma de transmitir ese mensaje. Lamentablemente, incluso cuando un intento de suicidio no es más que una forma de pedir ayuda a gritos y la persona no desea morir, no hay forma de controlarlo. Muchas personas que en el fondo no querían quitarse la vida acaban matándose o con graves secuelas.

Señales de alarma

A menudo se pueden detectar algunos indicios de que una persona está pensando en o planeando un intento de suicidio. He aquí algunos de ellos:hablar sobre «irse», «emprender un viaje» o «marcharse»decir que ya «no se necesitarán» ciertas cosas y regalar pertenencias a otras personashablar sobre sentimientos de desesperanza o culpabilidadalejarse de los amigos o familiares y perder las ganas de salirno tener ganas de participar en las actividades o aficiones favoritastener dificultades para concentrarse o para pensar con claridadexperimentar cambios en los hábitos alimentarios o de sueñomanifestar conductas autodestructivas (como beber alcohol, consumir drogas y autolesionarse, por ejemplo).¿Y si te está ocurriendo a ti?

Si has estado pensado en el suicido, pide ayuda lo antes posible. La depresión no es ninguna tontería sino un problema grave. No puedes limitarte a esperar y desear que mejore tu estado de ánimo. Cuando una persona lleva mucho tiempo deprimida, es muy difícil que sea capaz de dar un paso atrás y ver las cosas en perspectiva y con objetividad.

Habla con alguien de confianza en cuento puedas. Si no puedes hablar con uno de tus padres, hazlo con un entrenador, un monitor, un pariente, el psicólogo de tu centro de enseñanza, un sacerdote o un profesor. Llama al teléfono de la esperanza u otro servicio de asesoramiento telefónico para momentos de crisis o al teléfono de emergencias. Estas líneas gratuitas funcionan 24 horas al día, 7 días a la semana, y son atendidas por profesionales preparados que podrán ayudarte sin conocer tu nombre ni verte la cara. Todas las llamadas son confidenciales —ninguna persona que conozcas podrá enterarse de tu llamada. Esos profesionales están ahí para ayudarte a idear la forma de superar situaciones difíciles.

¿Y si le está ocurriendo a alguien que conoces?

Siempre es positivo iniciar una conversación con una persona que creas que se puede estar planteando el suicidio. Así podrás pedir ayuda para esa persona, y el mero hecho de hablar sobre ello tal ve le ayude a sentirse menos sola, más cuidada y más comprendida.

Hablar sobre lo que le preocupa a esa persona también puede ser una buena oportunidad para que considere otras soluciones posibles a sus problemas. Generalmente las personas que se están planteando el suicidio están dispuestas a hablar si alguien les pregunta desde la preocupación sincera y el deseo de ayudarles. Puesto que las personas deprimidas no son capaces de ver las respuestas con tanta facilidad ni claridad como la demás gente, puede ayudar que alguien les inste a llegar conjuntamente a por lo menos otra posible salida o solución a la difícil situación que está viviendo.

Aunque un amigo o compañero de clase te haga prometerle que le guardarás el secreto, tu deber es pedir ayuda lo antes posible —la vida de tu amigo podría depender de ello. Cuando una persona se está planteando seriamente el suicidio, es posible que haya caído en un pozo emocional tan hondo que puede no ser capaz de reconocer que necesita ayuda. Cuéntaselo a un adulto en quien confíes lo antes posible.

En caso necesario, también puedes llamar al teléfono de la esperanza o a otro servicio de asesoramiento telefónico para momentos de crisis o al teléfono de emergencias, todos ellos gratuitos. Puedes encontrar otros servicios telefónicos similares de carácter local en la guía telefónica o bien utilizar los que figuran en el apartado de recursos de este artículo. Se trata de servicios estrictamente confidenciales y las personas que trabajan en cualquiera de esos servicios de asesoramiento estarán encantadas de hablar contigo para ayudarte a decidir qué es lo más conveniente que hagas.

A veces, los adolescentes que cometen un intento de suicidio —o que se suicidan— parecen no haber dado ninguna pista de sus intenciones. Esto puede dejar a sus seres queridos no solo sumidos en el pesar y el duelo sino también dominados por la culpa y preguntándose si se les escapó algo. Es importante para la familia y amigos de las personas que se suicidan saber que a veces no existen señales de alarma, a veces las personas no dan ninguna pista sobre sus intenciones, de modo que no tiene ningún sentido que se culpen por no haber sabido prever el intento de suicidio.

Cundo una persona se suicida, la gente que la apreciaba puede experimentar un terrible sufrimiento emocional. Los adolescentes que han tenido recientemente una pérdida o una crisis o que tienen un familiar o compañero de clase que se ha suicidado pueden ser especialmente proclives a pensar en el suicidio y a cometer actos suicidas. Si mantienes o mantenías un vínculo muy estrecho con una persona que ha intentado suicidarse o que se ha suicidado, puede ayudarte el hecho de hablar con un terapeuta o psicólogo —un profesional que tendrá la formación necesaria para tratar un tema tan complejo como le suicidio. O puedes participar en un grupo de allegados de personas que se han suicidado donde podrás compartir sentimientos y recibir el apoyo de otras personas que han vivido una situación similar a la tuya.

Afrontar los problemas

Ser adolescente no es fácil. Los adolescentes están sometidos a muchas presiones nuevas, de índole social, académica y personal. Y, para los adolescentes que tienen que afrontar problemas adicionales, como el hecho de vivir en un ambiente violento o de recibir malos tratos, la vida puede resultar todavía más difícil.

A algunos adolescentes les preocupa la sexualidad y las relaciones sentimentales y se preguntan si sus sensaciones, sentimientos y atracciones son normales, o si los demás les aceptarán, los encontrarán atractivos y les querrán. Otros se enfrentan a problemas alimentarios y de imagen corporal, y el hecho de intentar alcanzar ideales imposibles les deja con un profundo sentimiento de fracaso e inadecuación personal. Algunos adolescentes tienen problemas de aprendizaje o de atención que les hacen ir mal en los estudios. Pueden decepcionarse a sí mismos o pensar que han decepcionado a los demás.

Estos problemas pueden ser difíciles y provocar un tremendo desgaste emocional —y pueden desembocar en una depresión si persisten durante demasiado tiempo sin ningún tipo de ayuda o apoyo. Todos nos enfrentamos a problemas y sucesos dolorosos de vez en cuando. ¿Cómo supera la gente esos problemas sin deprimirse? En parte, manteniendo el contacto con la familia, los amigos, el centro de enseñanza, la fe y otras redes de apoyo. La gente sabe afrontar mejor las circunstancias difíciles cuando puede contar por lo menos con una persona que cree en ella, quiere lo mejor para ella y en quien puede confiar. La gente también afronta mejor los problemas cuando es consciente de que la mayoría de los problemas son temporales y se pueden superar.

A la hora enfrentarte a los problemas, te ayudará:

  • Explicar lo que te pasa a alguien en quien confías.
  • Rodearte de gente positiva y considerada.
  • Pedir a alguien que te ayude a pensar en cómo solucionar el problema al que te estás enfrentando.
  • Acudir a un terapeuta o psicólogo si los problemas que tienes te están haciendo sentir deprimido —o si no dispones de una red de apoyo lo suficientemente fuerte o, simplemente, sientes que no los puedes afrontar.

Los terapeutas o psicólogos pueden proporcionar apoyo emocional y ayudar a los adolescentes a desarrollar sus habilidades de afrontamiento para que puedan superar los problemas. También te puede ayudar el hecho de participar en un grupo de apoyo para personas que tengan problemas similares a los tuyos —por ejemplo, anorexia y problemas de imagen corporal, tener que convivir con un miembro alcohólico en la familia o tener preocupaciones sobre la sexualidad y la salud sexual. Estos grupos te proporcionarán un entorno de aceptación y contención donde podrás hablar sobre tus problemas con personas que comparten tus preocupaciones. Consulta la guía telefónica para encontrar grupos de apoyo locales, o bien pregunta al psicólogo de tu centro de enseñanza o al director o monitor de algún grupo juvenil de tu localidad para obtener la información que necesitas.

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